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agosto 8, 2025
Entre emociones intensas y decisiones difíciles: el poder de la flexibilidad psicológica
agosto 8, 2025Envejecer es un proceso vital marcad por profundos cambios físicos, cognitivos, sociales y emocionales. Aunque a menudo se asocia con pérdida y deterioro, también puede ser una época de crecimiento, sabiduría y reconexión con lo que realmente importa. Comprender el impacto psicológico del envejecimiento y promover estrategias de afrontamiento adaptativas es clave para mejorar la calidad de vida en adultos mayores.
Cambios psicológicos comunes en la vejez
El proceso de madurez tardía conlleva una serie de transformaciones que afectan no solo el cuerpo, sino también la mente y las emociones. A nivel cognitivo, es común observar una disminución progresiva en funciones como la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento y la atención sostenida. Aunque estas variaciones forman parte del desarrollo natural, pueden generar frustración o inseguridad en personas mayores, especialmente si interfieren con su autonomía cotidiana.
En el plano emocional, el envejecer suele estar acompañado de experiencias de pérdida: la muerte de seres queridos, la jubilación, el cambio de roles familiares o el deterioro físico. Estos eventos pueden desencadenar sentimientos de tristeza, ansiedad o vacío existencial. Además, el riesgo de aislamiento social aumenta, particularmente en quienes viven solas o enfrentan limitaciones de movilidad, lo que puede intensificar el malestar psicológico.
Uno de los cambios más significativos de envejecer es la dificultad para mantener la autonomía personal. Esta puede verse comprometida por limitaciones físicas —como la pérdida de fuerza, equilibrio o capacidad motora—, por alteraciones cognitivas que afectan la toma de decisiones, o por factores sociales como la dependencia económica o la falta de redes de apoyo. La pérdida de autonomía no solo impacta en la funcionalidad diaria, sino también en la autoestima y el sentido de dignidad, generando una sensación de vulnerabilidad que requiere ser abordada con sensibilidad y estrategias de acompañamiento respetuosas.
También se observa una mayor vulnerabilidad a trastornos afectivos como la depresión o la ansiedad, muchas veces subdiagnosticados o confundidos con “síntomas propios de la edad”. Sin embargo, es fundamental reconocer que el sufrimiento emocional en la etapa avanzada de la vida no es inevitable ni irreversible. Con el acompañamiento adecuado, este periodo puede convertirse en una oportunidad para reconectar con el sentido de vida, la sabiduría acumulada y los vínculos significativos.
Estrategias de afrontamiento y aceptación: claves para el bienestar en la etapa avanzada de la vida
Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), se propone una mirada compasiva y activa frente a los desafíos que surgen en la etapa avanzada de la vida. En lugar de luchar contra los cambios inevitables —como el paso del tiempo, las pérdidas o las limitaciones físicas—, ACT invita a cultivar una relación más amable con la propia experiencia interna, reconectando con lo que da sentido y valor a la vida (Hayes, 1999)
Uno de los pilares fundamentales es la aceptación emocional, entendida como la disposición a permitir que las emociones difíciles estén presentes sin intentar evitarlas ni juzgarlas. Para muchas personas en el proceso de envejecer, esto implica reconocer el duelo, la nostalgia o el miedo como parte legítima del proceso vital, sin que ello defina su identidad ni su capacidad de vivir con plenitud.
La difusión cognitiva
Permite tomar distancia de pensamientos limitantes como “ya no soy útil” o “soy una carga”. Al observar estos pensamientos como eventos mentales transitorios, se reduce su impacto emocional y se abre espacio para nuevas formas de actuar. Esta habilidad fortalece la autoestima y promueve una narrativa más flexible y compasiva.
La práctica de atención plena (mindfulness) ayuda a conectar con el presente, reduciendo la rumiación sobre el pasado o la preocupación por el futuro. Ejercicios simples como la respiración consciente, la observación del entorno o el contacto con los sentidos pueden generar calma, claridad y conexión con el aquí y ahora.
Otro componente esencial es la clarificación de valores. En esta etapa, muchas personas redescubren lo que realmente importa: el legado familiar, la espiritualidad, el aprendizaje, las relaciones significativas. Identificar estos valores permite tomar decisiones alineadas con el propósito personal, incluso en medio del dolor o la incertidumbre.
Finalmente, la acción comprometida consiste en actuar en coherencia con los valores, aunque existan obstáculos emocionales o físicos. Esto puede traducirse en gestos cotidianos como expresar gratitud, participar en actividades comunitarias, compartir historias de vida o cuidar de otros. Estas acciones fortalecen el sentido de agencia y contribuyen a una vida con significado.
Perfecto, Luisa. Aquí tienes las recomendaciones con ejemplos concretos, presentadas en formato narrativo para facilitar su integración en materiales psicoeducativos, sesiones clínicas o talleres.
Recomendaciones para personas mayores
- Practicar atención plena: Se puede iniciar el día con una “pausa consciente”. Por ejemplo, sentarse cómodamente, cerrar los ojos y respirar profundamente durante tres minutos, prestando atención a los sonidos del entorno, las sensaciones corporales o los pensamientos que surgen, sin intentar cambiarlos ni juzgarlos.
- Participar en espacios de encuentro: Unirse a grupos de conversación en centros comunitarios, participar en talleres de escritura autobiográfica o asistir a encuentros intergeneracionales donde se comparten historias de vida puede fortalecer el sentido de pertenencia y conexión.
- Reflexionar sobre valores: Una actividad significativa puede ser escribir una carta a un ser querido expresando lo que ha sido importante en la vida, o crear un collage con fotos, frases y objetos que representen los valores personales, como la familia, la fe, el aprendizaje o el servicio.
- Estimular la mente: Aprender algo nuevo —como jardinería, cocina saludable, historia local o incluso el uso básico de tecnología— puede generar curiosidad y autoestima. Estas actividades pueden realizarse en clases presenciales adaptadas o mediante tutoriales en línea.
- Buscar acompañamiento profesional: Si se experimentan cambios en el estado de ánimo, pérdida de interés, dificultades para dormir o sentimientos de aislamiento, es recomendable consultar con un profesional de salud mental. Esto es especialmente importante tras eventos significativos como la pérdida de un ser querido o una enfermedad.
Recomendaciones para cuidadores
- Validar emociones sin minimizar: Cuando la persona mayor expresa tristeza o frustración, es útil responder con empatía. Por ejemplo: “Es comprensible que te sientas así. ¿Qué te gustaría hacer hoy que te haga sentir bien?” Este tipo de validación fortalece la confianza y el vínculo terapéutico.
- Fomentar autonomía en decisiones cotidianas: Ofrecer opciones simples como “¿Prefieres salir al jardín o quedarte leyendo?” o “¿Te gustaría elegir la música que escuchamos mientras cocinamos?” permite que la persona mantenga el control sobre aspectos de su vida diaria.
- Promover espacios de expresión emocional: Establecer momentos semanales para conversar sin interrupciones, donde se puedan compartir recuerdos, preocupaciones o deseos, ayuda a procesar emociones y a sentirse escuchado. También puede incluir actividades como el dibujo libre o la escritura espontánea.
- Reconocer y honrar valores e historia: Invitar a la persona a compartir anécdotas de su juventud, mostrar interés genuino y documentar sus relatos en un “libro de vida” o álbum narrado puede reforzar su identidad y sentido de legado. Este material también puede ser compartido con familiares.





