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agosto 7, 2025¡Hola a todos! Como psicóloga y futura sexóloga, sé que la sexualidad es mucho más que solo el acto físico. Es una parte fundamental de nuestra salud general y de nuestra calidad de vida. Involucra lo que sentimos, lo que pensamos y cómo funciona nuestro cuerpo. Es un viaje que dura toda la vida, dinámico y esencial para nuestro bienestar.
Cuando hablamos de las mujeres, este viaje tiene sus particularidades. Nosotras vivimos muchas etapas de cambio (biológicos y psicológicos), y uno de los aspectos que más fluctúa es el deseo sexual. Es completamente normal que el deseo femenino tenga sus altos y bajos a lo largo de los años. Estos cambios suelen coincidir con:
- El inicio o fin de una relación.
- Grandes momentos de la vida, como un embarazo, la menopausia o una enfermedad.
Como bien dijo Worth (1999), la sexualidad y, sobre todo, la feminidad, están muy influenciadas por la cultura y los valores de cada sociedad. Hay culturas donde la mujer puede vivir su sexualidad de forma plena y placentera, tan libre como el hombre. Pero, por otro lado, existen culturas represivas que han convertido a la mujer en un ser «sin sexo», donde no se les anima a tomar decisiones sobre su propia sexualidad, su pareja o su cuerpo. ¡Mucho menos a empoderarse de su propio deseo!
¿Qué es el Deseo Sexual?
El deseo sexual es esa sensación, tanto interna como externa, que nos impulsa a querer tener actividad sexual. Podríamos decir que tiene tres componentes principales:
- Raíces Biológicas: Basadas en hormonas como los estrógenos y andrógenos.
- Raíces de Motivación: Relacionadas con la intimidad, el placer y la conexión en la pareja.
- Componentes Cognitivos: Nuestras ideas, pensamientos y la percepción de «riesgo» o «deseo».
A lo largo de la historia, grandes pensadores han intentado definirlo. Freud (1921) lo llamó «libido», viéndolo como un instinto innato. Más tarde, Kinsey (1953) lo describió como una acumulación de tensión. Masters y Johnson (1966) identificaron las fases de la respuesta sexual (excitación, meseta, orgasmo y resolución). Y Kaplan (1977) añadió el deseo como una fase previa a la excitación, aunque otros como Schnarch (1991) sugirieron que el deseo está presente en todas las fases.
Un punto importante que he notado en mi consulta es que muchas mujeres con problemas de deseo sexual tienden a tener ideas equivocadas sobre su relación de pareja y, sorprendentemente, sobre el mismo concepto del amor. A veces, para mantener la «integridad familiar» o lo que creen que es el «amor», terminan ocultando su falta de deseo. ¡Y esto es un grave error!
La Maternidad y el Deseo Sexual: Un Desafío Silencioso
Una de las etapas de la vida de la mujer que más impacta el deseo sexual es el embarazo y el parto. Frecuentemente, esta experiencia viene acompañada de tristeza, miedos, ansiedad y, sí, también la pérdida del deseo sexual.
Es muy común que las nuevas mamás se sientan agotadas, sin energía para cuidarse a sí mismas, a sus bebés y a sus familias. Nuestra percepción y uso del cuerpo cambian drásticamente, influenciadas por la edad, el entorno, la familia y los amigos.
Jiménez (1999) señala algo clave: la angustia por una maternidad no deseada (en el pasado o presente) puede ser una causa importante de la falta de deseo. Cuando esa angustia disminuye, la posibilidad de disfrutar del sexo y del placer aumenta significativamente.
La Experiencia de la Madre Primeriza
Para las madres primerizas, la situación es aún más particular. Después del nacimiento del bebé, muchas mujeres sienten que toda su energía y atención se desvía por completo hacia el cuidado del recién nacido: la lactancia, la disponibilidad física y emocional, la preocupación constante por el bienestar del hijo.
Es como si toda la «libido» (energía sexual) se canalizara hacia el vínculo con el bebé. Esto nos deja sin ganas para nada más, y el ámbito sexual, tristemente, pasa a un segundo plano. No se trata de si tuvieron un parto vaginal o cesárea; el cuerpo y la mente de una madre primeriza están en un estado completamente diferente.
Un Problema Más Común de lo que Creemos
Precisamente por la falta de información y de apoyo, la pérdida del deseo sexual después de tener un hijo se convierte en un problema importante que puede prolongarse en el tiempo si no se aborda.
En Venezuela, desafortunadamente, no tenemos estadísticas específicas sobre esta problemática, pero si miramos a otros países, el panorama es claro:
- En España, se ha reportado que un porcentaje significativo de mujeres experimenta insatisfacción sexual. Se estima que más de un tercio de las mujeres no tienen deseo sexual y una de cada cuatro no logra el orgasmo. Los trastornos orgásmicos femeninos se ubican entre el 16% y el 39% de la población.
- Países como Inglaterra, Egipto, India y China reportan prevalencias de disfunciones sexuales femeninas entre el 41% y el 73.2%.
- En América Latina, las cifras también son impactantes: desde el 21% en Cartagena de Indias hasta el 98.5% en Quito.
Estas estadísticas son impresionantes y demuestran la importancia de hablar de este tema como un problema de salud pública.
La Evidencia Específica Postparto
Un estudio australiano de 2015, que siguió a 1.507 madres primerizas, reveló datos muy reveladores:
- El 89% describió problemas de salud sexual en los primeros tres meses después del parto.
- El 51% ¡continuaba con esos problemas incluso 12 meses después!
La Dra. Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), explica que la pérdida del deseo sexual en el postparto (puerperio) se debe a una combinación de factores:
- Cambios Fisiológicos: Hay una disminución de hormonas sexuales (estrógenos y testosterona) y un aumento de la prolactina (la hormona de la leche materna), que prioriza la atención en el bebé. Por eso, el cuerpo no responde igual.
- Cambios Hormonales Cerebrales: Estos influyen directamente en el estado emocional de la mujer, causando tristeza, ansiedad, pérdida de energía e inquietud. Si esto se agrava, puede derivar en la depresión posparto.
Es crucial entender que lo que sucede con el deseo sexual en el postparto es un proceso complejo y multifactorial, y no es tu culpa. Si te sientes identificada con esto, recuerda que no estás sola y que buscar ayuda profesional puede marcar una gran diferencia en tu bienestar y en tu conexión con tu sexualidad femenina.




